sábado, 31 de octubre de 2009

Autocritica solapada, nada nuevo.





Sherlock Holmes cogió su botella del ángulo de la repisa de la chimenea, y su jeringuilla hipodérmica de su fino estuche de tafilete. Insertó con sus dedos largos, blancos, nerviosos, la delicada aguja, y se remangó el puño izquierdo de su camisa. Sus ojos se posaron pensativos por breves momentos en el músculo del antebrazo y en la muñeca, cubiertos ambos de puntitos y cicatrices de las innumerables punciones. Por último, hundió en la carne la punta afilada, presionó hacia abajo el minúsculo émbolo y se dejó caer hacia atrás, hundiéndose en el sillón forrado de terciopelo y exhalando un largo suspiro de satisfacción.

Tres veces al día y durante muchos meses había yo presenciado esa operación; pero la costumbre no había llegado a conseguir que mi alma se aviniese a ello. Por el contrario, de día en día me iba irritando cada vez más el espectáculo, y todas las noches sentía indignarse mi conciencia al pensar que me había faltado valor para protestar. Una vez y otra había yo dejado constancia de mi promesa de que diría todo lo que pensaba acerca de ese asunto; pero las maneras frías y despreocupadas de mi compañero tenían un algo que lo hacían el último de los hombres con quienes uno siente deseos de tomarse nada que se parezca a una libertad... aquella tarde tuve la súbita sensación de que no podía aguantarme por más tiempo, y le pregunté:

-¿Qué ha sido hoy: morfina o cocaína?...

-Cocaína, en disolución al siete por ciento. ¿Le agradará a usted probarla?

-De ninguna manera -contesté con brusquedad-. Mi constitución física no se ha repuesto por completo aún de la campaña de Afganistán. No puedo permitirme el someterla a ninguna tensión anormal...

-Quizá tenga usted razón, Watson. Me imagino que la influencia de esto es físicamente dañosa. Sin embargo, encuentro que estimula y aclara el cerebro de una forma tan trascendental, que me resultan pasajeros sus efectos secundarios.

-¡Reflexione usted! -le dije con viveza-. ¡Calcule el coste a que le resulta! Quizá su cerebro se reanime y se excite, según usted asegura; pero es mediante un proceso patológico y morboso, que trae como consecuencia un aumento en el cambio de los tejidos y que pudiera acarrear al cabo una debilidad permanente... ¿Para qué correr el riego de perder esas grandes facultades de que usted se halla dotado? Tenga presente que no le hablo tan sólo de camarada a camarada, sino de médico a una persona de cuyo estado físico es, hasta cierto punto, responsable...


Mi cerebro se rebela contra el estancamiento. Proporcióneme usted problemas, proporcióneme trabajo, deme el más abstruso de los criptogramas, o el más intrincado de los análisis, y entonces me encontraré en mi atmósfera propia. Podré prescindir de estimulantes artificiales. Pero aborrezco la monótona rutina de la vida. Siento hambre de exaltación mental. Ahí tiene por qué he elegido esta profesión a que me dedico...

Sherlock Holmes.
El signo de los cuatro, Arthur Conan Doyle.

sábado, 24 de octubre de 2009

Perfeccion.

Vamos a celebrar la estupidez humana,
la estupidez de todas las naciones
a mi país y a su corte de asesinos,
cobardes, estupradores y ladrones.
Vamos a celebrar la estupidez del pueblo,
la policía y la televisión.
Vamos a celebrar nuestro gobierno
y nuestro estado que no es nación,
celebrar las juventudes sin escuela, las crianzas muertas.
Celebremos nuestra desunión.
Vamos a celebrar "eros" y "tanatos"
"persephone" y "adres".
Vamos a celebrar nuestra tristeza,
conmemorando nuestras vanidades.
Vamos conmemoremos como idiotas
cada febrero y feriado,
todos los muertos en las calles.
Los muertos por falta de hospitales.
Vamos a celebrar nuestra justicia,
la ganancia y la difamación.
Vamos a celebrar los preconceptos y el voto de los analfabetos.
Conmemorar el agua sucia y todos los impuestos,
quemadas, mentiras y secuestros.
Nuestro castillo de cartas marcadas
el trabajo esclavo, el pequeño universo,
toda hipocresía y toda afectación, todo robo y toda indiferencia.
Vamos a celebrar las epidemias y la hinchada festejando al campeón.
Vamos a celebrar el hambre
y no tener a quien oír y nadie a quien amar,
seguir alimentando las maldades.
Vamos a aplastar a un corazón.
Vamos a celebrar nuestra bandera.
Nuestro pasado del absurdo glorioso.
Todo lo gratuito y feo, todo lo que es normal.
Vamos a cantar juntos el himno nacional.
La lagrima verdadera,
vamos a celebrar nuestra nostalgia,
conmemorando nuestra soledad.
Vamos a festejar la envidia,
la intolerancia y la incomprensión.
Vamos festejemos la violencia y olvidemos a nuestra gente
que trabajo honestamente la vida entera
y ya no tiene mas derecho a nada.
Vamos celebremos la aberración de toda nuestra falta de conciencia,
nuestro desprecio por la educación.
Vamos celebremos el horror de todo esto con fiesta velorio y cajón.
Esta todo muerto y enterrado ahora,
ya que también podemos celebrar...
la estupidez de quien canto esta canción...

Ven mi corazón esta con prisa.
Si la esperanza esta dispersa,
es la verdad que me libera,
basta de maldad y de ilusión.
Ven, amar es una puerta abierta.
Va llegando la primavera.
Nuestro futuro recomienza.
Ven que lo que viene es perfección.


(attaque 77- Rentato Russo).

lunes, 19 de octubre de 2009

Sin hilo.

Parece ser
que ya no puedo ver.
Ni lo blanco, ni lo negro
Ni lo que me sucede.
Y pensar que no va todo tan mal,
sin embargo no puedo mirar
un maldito amanecer.
Sigo en esta ruta
un cartel : no se puede frenar.
No quiero ser uno mas
que no podrá volverse
Por eso no quiero llegar,
de allí no hay como zafar
como la misma muerte.

viernes, 16 de octubre de 2009

Mi amigo el buchaca.

No me acuerdo si alguna vez escribí o nombré a mi amigo buchaca en este blog, resulta ser que con buchaca nos criamos en el mismo barrio. No fuimos amigos hasta la adolescencia, en la infancia fuimos rivales y nos agarramos a piñas en muchas ocasiones, llevando yo las de perder la mayor parte de ellas.
Los flacos pelean hasta ser picadillo dicen en el club de la pelea, y buchaca entraba en esa categoria, flaco desgarbado, alto y bizco, con un par de operaciones para corregir la postura de cabeza contra hombro que le provocaba su problema en la vista.
Yo era morrudo, pero por cada trompada que pegaba yo, buchaca me acomodaba dos, ganandome por cansancio. Tirando piedras no tenia par, era lejos el que peor veia del grupo pero el que mejor tiraba, tanto con gomera, a mano o con rulero y globo. En uno de nuestros tantos ataques a los vidrios de una iglesia del barrio, traspasó persiana y rompió vidrio desde una distancia grandisima, esa y muchas otras barbaridades (una vez le pego un bombazo en carnaval a una señora que pasaba en una miniroda, a la altura de las costillas y la dejó casi fuera de combate), hicieron que se convirtiera en una especie de heroe.
Sin olvidar cuando, despues de haber inflado la bombucha carnavalesca, con una piedra incluida en su interior, se la tiro a Vico, una de las chicas del barrio y al explotar la bombucha en el aire, lo unico que le pegò a Vico fue la piedra a la altura del cuello.
Cabeza dura buchaca, no dudaba en golpear a la gente, siempre era sacado de los boliches por iniciar grescas, inolvidable un año nuevo, cuando en Zoe, un boliche de Padua con forma de castillo, llego a iniciar cuatro kilombos en el lapso de 10 min.
Tambien estuvo en silla de ruedas, con yeso, cuando le pegaron entre cuatro, segun dicen , lo tuvieron que tirar al suelo entre tres, porque de parado los estaba cagando a palos. Tiempo despues llegó a su etapa mas marginal, llegando a recorrer carceles bonaerenses y siempre volviendo sano y salvo al barrio.
Ahora no se sabe donde está, se oyen rumores cada tanto, de huidas a otras provincias, de negocios turbios.

domingo, 4 de octubre de 2009

Terrorismo boludon.

Ando con ganas de comprar muchas bombitas de olor, y diseminarlas en lugares publicos para que sean pisadas e invadan con su fetido aroma las narices ajenas.
Siempre me tenté con la idea de tirar una en la gondola de lacteos de algun supermercado un domingo a las 6 de la tarde, provocando una estampida de familias sin nada mejor que hacer.
No creo que lo haga, aunque sería algo digno de ser contado.